Cuando la ansiedad me estaba ganando… y no lo sabía

Cómo el Reiki transformó mi ansiedad | Historia real

Estaba sentada en el piso del baño, con la espalda apoyada contra la pared fría, respirando rápido, como si el aire no alcanzara. Afuera, el mundo seguía funcionando. Dentro de mí, todo estaba detenido.

No era la primera vez que me pasaba. Y eso era lo más inquietante.

Había aprendido a disimular la ansiedad con sonrisas educadas, con agendas llenas y con frases automáticas como “todo bien” o “solo estoy cansada”. Pero mi cuerpo no mentía. Palpitaciones sin motivo, un nudo constante en el pecho, pensamientos que no se apagaban ni de noche. Algo estaba pidiendo atención… y yo seguía ignorándolo.

Esa noche entendí algo, aunque todavía no podía ponerlo en palabras: no necesitaba ser más fuerte, necesitaba escucharme. Lo que pasó después cambió mi forma de ver la ansiedad, la energía… y a mí misma.

¿Te ha pasado sentir que sigues funcionando, pero por dentro ya no estás? Si te identificas, quédate. Esta historia quizá también sea un poco tuya.


Vivía “normal”, pero mi cuerpo estaba en alerta permanente

Desde afuera, mi vida parecía ordenada. Trabajo, responsabilidades, rutinas. Era la persona que siempre cumplía, la que resolvía, la que no se permitía caer.

Pero la ansiedad no avisa con un cartel gigante. Entra en silencio.

Primero fue el insomnio. Después, esa sensación constante de urgencia, como si algo malo estuviera por pasar. Me despertaba cansada, me acostaba agotada y aun así mi mente no se callaba nunca.

Había días en los que mi cuerpo temblaba sin razón. Otros en los que el pecho se cerraba y yo fingía normalidad mientras por dentro solo quería huir.

Lo más duro no era la ansiedad. Era sentir que nadie la veía. Porque cuando “no tienes motivos”, parece que no tienes derecho a sentirte así.

Hasta que el cuerpo habló más fuerte.

Y apareció una pregunta que ya no pude evitar: ¿y si esto no se soluciona solo con fuerza de voluntad?


Una búsqueda desesperada… y una palabra que no esperaba

No estaba buscando Reiki. Eso es importante decirlo.

Aquella noche, con el celular en la mano y el corazón acelerado, escribí algo tan simple como “cómo calmar la ansiedad de verdad”. Entre artículos, videos y testimonios apareció una palabra que se repetía una y otra vez: Reiki.

Mi primera reacción fue descartarlo. Energía, manos, equilibrio… sonaba demasiado abstracto para alguien que necesitaba soluciones urgentes.

Pero algo me hizo detenerme. Quizá fue leer historias que no prometían milagros, sino procesos. Quizá fue una frase que decía: “La ansiedad no es el problema, es el mensaje”.

¿Y si la ansiedad no era el enemigo? ¿Y si estaba intentando decirme algo que yo no quería escuchar?


Lo que nadie me dijo sobre el Reiki

El Reiki no se presentaba como una solución mágica, y eso me tranquilizó. Hablaba de equilibrio, de energía vital, de acompañar al cuerpo para que vuelva a su centro.

Aprendí que no hacía falta creer ciegamente. Bastaba con estar abierta a sentir.

Agendé mi primera sesión con más dudas que fe. No se lo conté a casi nadie. Parte de mí tenía miedo de decepcionarse. Otra parte, más silenciosa, sentía que algo importante estaba por pasar.

Antes de entrar, tomé una decisión simple: no esperar nada.


La primera sesión: mi mente quería huir, mi cuerpo no

Me acosté en la camilla con los ojos cerrados. Mi mente hacía lo de siempre: analizar, cuestionar, juzgar.

Pero algo empezó a pasar.

Un calor suave. Una presión liviana. Una sensación de descanso profundo que no recordaba haber sentido antes. No fue espectacular. Fue sutil. Y justamente por eso, real.

En un momento sentí ganas de llorar, sin tristeza. Era alivio.

Salí distinta. No curada. Más consciente.

Y esa noche dormí.


Cuando la ansiedad dejó de ser el enemigo

Con el tiempo entendí algo fundamental: el Reiki no me quitó la ansiedad. Me enseñó a relacionarme con ella.

Aprendí a notar las señales antes de colapsar. A detenerme. A respirar sin huir. A escuchar lo que mi energía pedía.

La ansiedad empezó a perder poder. No porque desapareciera, sino porque yo ya no le tenía miedo.

Y eso lo cambió todo.


El cambio que nadie ve, pero todos sienten

Mis vínculos cambiaron. Mi forma de reaccionar también.

Dejé de exigirme perfección. Empecé a respetar mis ritmos. A decir que no sin culpa.

Y algo más profundo ocurrió: dejé de sentirme sola.

Conectar con personas que transitaban caminos similares fue tan sanador como las sesiones mismas.


Por qué decidí seguir aprendiendo Reiki

El Reiki dejó de ser solo una experiencia. Se volvió una herramienta cotidiana.

Aprendí a usarlo para calmarme, para centrarme, para acompañar mis emociones difíciles. Pero, sobre todo, para volver a mí.

Formarme fue una consecuencia natural. Porque cuando algo te transforma así, quieres comprenderlo más profundo.


Preguntas frecuentes sobre Reiki (desde mi experiencia)

¿El Reiki sirve para la ansiedad?

Sí. No como una pastilla que tapa síntomas, sino como un proceso que te ayuda a entenderlos y calmarlos desde la raíz.

¿Tengo que creer para que funcione?

No. Yo llegué con dudas. El cuerpo siente antes de que la mente entienda.

¿Cuántas sesiones necesito?

Depende de cada persona. Para mí fue un proceso progresivo, no inmediato.

¿Es compatible con otros tratamientos?

Sí, siempre desde un enfoque complementario y consciente.

¿Puedo aprender Reiki solo para mí?

Absolutamente. Es una herramienta personal antes que profesional.

¿Qué cambia realmente?

Tu relación contigo misma. Y eso lo cambia todo.


Si llegaste hasta aquí, no fue casualidad

Si esta historia resonó contigo, quizá tu cuerpo también esté pidiendo algo distinto.

Estoy compartiendo este camino, aprendizajes y reflexiones en el canal de YouTube y dentro de la comunidad holística. Te invito a sumarte, comentar tu experiencia y seguir explorando.

La ansiedad no es el final de la historia. A veces… es el comienzo.

{getProduct} $button={CURSO MAESTRO REIKI} $price={MÁS INFO}
Anterior Siguiente

نموذج الاتصال